Durante los últimos años muchas cosas han cambiado en el terreno del videojuego, gracias al aprovechamiento de los sistemas de entretenimiento emergentes que, por diferentes motivos, no habían demostrado todavía su potencial interactivo. Con el lanzamiento del primer iPhone, una nueva forma de entender los dispositivos de telefonía móvil se dibujaba en el horizonte. Su tremendo éxito propició el desarrollo de los tan famosos smarthphones, cuyos sistemas operativos permiten la gestión de entornos multimedia con sencillez y fiabilidad a golpe de iOS, Android, Symbian o Windows Mobile.
Con el terreno en pleno desarrollo, el lanzamiento del tablet iPad trajo consigo un nuevo desafío en cuanto a la programación de videojuegos se refiere. Mediante un sistema operativo realmente potente y versátil, una estructura de gráficos capaz de gestionar entornos interactivos bidimensionales y tridimensionales de gran complejidad, y el apoyo de la tecnología de contenidos descargables propiciada por la App Store, iPad introdujo una nueva forma de jugar dentro de nuestro día a día. Junto a ello, los desarrolladores con pocos medios tenían una nueva plataforma donde poder saltar al estrellato, obteniendo gran visibilidad de sus producciones en la App Store y contando con un número de clientes potenciales que se contaban por millones. Con el lanzamiento del nuevo iPad 2, la optimización de su estructura virtual supone un nuevo referente en el mundo del videojuego portátil: la pantalla táctil del dispositivo de Apple se convierte en el mejor escenario para acoger todo tipo de proyectos jugables.
Juegos como Angry Birds, han sido los mejores.
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